12 Ago
Sanando la violencia del mundo contemporáneoUn extracto de “Sanando la violencia del mundo contemporáneo: un paradigma franciscano para el diálogo con el islam” por Fr. Michael F. Cusato, OFM
Deberíamos repetir este mensaje: el que creemos que es nuestro enemigo es en realidad nuestro amigo. Para entender la verdadera importancia de las palabras de Francisco y evitar la trampa de equiparar el significado de amigo con amistad, debemos sustituir la palabra latina amicus, amigo, por una palabra que nos resulta más familiar e importante en el léxico franciscano: frater. De este modo, aquel a quien desde la sociedad y la Iglesia nos mostraron como enemigo, ¡es en realidad nuestros hermano y hermana!
Mensaje breve pero poderoso, Francisco está diciendo a sus hermanos que parte para Tierra Santa para demostrar con su propia vida que aquel a quien la Iglesia llama infiel y enemigo por excelencia es, de hecho, un hermano, parte de la familia humana, miembro de la misma fraternidad. Francisco predicará con sus palabras, pero especialmente con sus propias acciones, el mensaje de penitencia: que nadie, ni siquiera el más despreciado por la Iglesia, considerado enemigo de Cristo, ni siquiera aquellos que pueden haber perpetrado hechos atroces contra otros, dejan de ser criaturas, ni quedan fuera de la fraternidad humana. Este modo de ser implica responsabilidad: la responsabilidad de cada uno de los miembros de esa fraternidad sagrada, cristiana y musulmana, de vivir de modo que preserve y honre los vínculos indisolubles que nos unen a todos. Hacer esto es hacer penitencia, y Francisco va a Medio-oriente para mostrarlo, para vivirlo, aunque pudiera costarle la vida, lo hará en su proceso de ser absolutamente fiel a la vida que había prometido desde su encuentro con los leprosos, tratando a cada hombre como una criatura sagrada de esta fraternidad. Siendo fiel a su promesa, todos los que lo sigan de este modo obtendrán vida eterna. Esto es lo que prometen todos los religiosos el día de su profesión. Este es el gran mensaje, en total sintonía con lo que Francisco aprendió en la experiencia fundamental de su conversión. Francisco no fue a la Tierra Santa para provocar su propia muerte sino para llevar este mensaje de penitencia y vivir, hasta en final, su visión radical de la fraternidad universal de todas las criaturas.
Lee el artículo completo – San Francisco y el Sultán, 1219-2019: Un Opúsculo Conmemorativo:
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La Orden está profundamente agradecida a los editores y al personal de Franciscan Media (EE. UU.), que prepararon el opúsculo para nosotros. Para su comodidad, la Comisión Especial también está serializando el folleto, para que pueda tener un mejor sentido de su contenido.
Imagen: Francisco ante el Sultán, Capilla del Sagrado Corazón, Iglesia del Gesù, Roma
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