Obediencia — Ministros y Guardianes

(A propósito del voto de obediencia) se reconoce con franqueza la prevalencia de los valores individualistas de la autonomía personal (36%), ligados a las tendencias de la modernidad. En efecto se tiene la clara conciencia de las dificultades que hoy vive este voto, ya no como discernimiento de la voluntad de Dios (45%), sino sólo en nombre de la autosuficiencia, del no tener vínculos que constriñan o que amenacen la propia libertad. Se advierte la falta de comunicación interpersonal profunda con los superiores (31%=436), muy coincidente con la persuasión de una incapacidad de ellos para ejercer la autoridad (los superiores son o demasiado débiles, o demasiado autoritarios) (32%). Es en realidad una laguna a la que quizás hoy se está poniendo remedio oportunamente dentro de la vida religiosa con una adecuada preparación de los responsables. También aquí vuelve el discurso de las relaciones interpersonales no ya entre los hermanos de igual grado, sino más bien en las relaciones verticales de autoridad, que exigen hoy mucha y cuidadosa competencia en el ejercicio del liderazgo dentro de las comunidades incluso de vida consagrada”. [Mion, p. 115]

Emerge de nuevo, pues, el tema de las relaciones fraternas y las dificultades correlacionadas, que hemos dicho, son “transversales” en la investigación, como también el tema más específico del ejercicio de la autoridad, con la denuncia, sobre todo por parte de la banda más joven, del clima en que “todo se permite”. Es un significativo llamamiento a una capacidad de verdadero “gobierno” de la fraternidad, que debe estar atento a las personas y al diálogo con ellas, pero que sobre todo debe existir: parece que el lamento más significativo se refiere a la ausencia de tal gobierno, más que a su mala práctica. (Documento F&P, pp. 33,34)

Los datos y las interpretaciones presentadas hacen ver que los hermanos en crisis vocacional muy a menudo necesitan no solamente del acompañamiento personal de un director espiritual o de un profesional, sino de una real relación con los representantes institucionales de la Orden porque es en relación con ellos como puede “sanarse” y restablecerse su sentido de pertenencia. Dada la delicadeza de la tarea del Ministro o del Guardián en situaciones en que debe encontrar una síntesis entre los aspectos personales y los más institucionales implicados, este servicio no puede dejarse solamente a la intuición o a la improvisación del individuo, sino que exige una preparación más específica….

El área fraterna de animación: formación para la elaboración en común de un proyecto de vida; manejo de los capítulos locales o de otros encuentros; manejo de los conflictos y de las relaciones ordinarias, etc.

El área del acompañamiento personalizado: formación para la escucha empática; para el discernimiento de las motivaciones y de los ideales de los hermanos involucrados; competencias y amplitud de miras para acompañar procesos de crisis y de “segunda decisión”; claridad respecto a los aspectos esenciales de la identidad franciscana, etc.  (Documento F&P, pp. 52,53)

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