VIDEO: Tierra Santa - Belén
Belén es una ciudad palestina en la región conocida como Cisjordania, situada a unos 9 km al sur de Jerusalén y enclavada en los montes de Judea. Desde diciembre de 1995, se encuentra administrada por la Autoridad Palestina. Su población era de 25 266 habitantes en 2007,siendo la mitad musulmanes y la otra mitad cristianos, en su mayoría ortodoxos.
La ciudad tiene gran significado religioso para los cristianos y musulmanes al ser, de acuerdo con la Biblia, el lugar de nacimiento de Jesús de Nazaret según los evangelios de Lucas y Mateo. Es también un importante lugar de peregrinación para los judíos, que veneran la tumba de Raquel situada a la entrada de la ciudad y para los que la ciudad es lugar de nacimiento y de coronación del rey David.
El gobierno de Israel ha rodeado la ciudad de murallas y pasos de control para evitar ataques terroristas, impidiendo el libre tránsito de los habitantes y limitando los intercambios comerciales. Esto ha provocado una gran disminución del turismo, una de las principales fuentes de ingresos de la ciudad.
Historia
Nombre
Su nombre proviene, en las lenguas habladas tradicionalmente en la región, de:
بيت لحم (Bayt Laḥm) ‘casa de la carne’ en árabe[cita requerida]
בית לחם (Bet Léḥem o Bet Láḥem), en hebreo
Bêṯ Léḥem, o Bêṯ Lāḥem (‘casa del pan’) en hebreo tiberiano
Bêth Lahamu (‘casa del dios Lahamu’) en idioma cananeo.
Antigüedad
Belén era una ciudad cananea 3000 años a. C., época en la que los cananeos asentados en la región levantaron pueblos rodeados de murallas para protegerse. Adoptaron el dios caldeo de la fertilidad Lahmo (o Lahmu) con el nombre de Lahama, al que levantaron un templo en la actual colina de la Natividad, que dominaba el valle fértil que se extiende al pie de la ciudad. De su nombre deriva el actual nombre de Beit Lahama, casa de Lahama.
La ciudad es mencionada en torno al año 1350 a. C. en las Cartas de Tell al-Amarna, escritas por el gobernador egipcio de Palestina al faraón Amenhotep III, describiéndola como un importante lugar de descanso para los viajeros que iban de Siria y Palestina a Egipto.
Tradición bíblica
Según la tradición judaica la población pertenecía a la tribu de Judá y la ciudad es la cuna del rey David, que daría una gran fuerza política al naciente reino de Israel y bajo el cual el reino adquiriría un gran esplendor. Ello llevaría a que nueve siglos después (David es del siglo X antes de Cristo) la ciudad fuera asociada a otro gran personaje argumentado como su descendiente: Jesús de Nazaret (según el Evangelio de Lucas 2, 4-15; y Evangelio de Mateo 2, 1), lugar donde los profetas habían anunciado que nacería el Mesías (Miqueas 5, 1 y siguientes), pero también donde vio la luz el rey David (Primer Libro de Samuel 16,1.11-13).
Precisamente el nacimiento de Jesús en este lugar se debió a que José de Nazaret, esposo de María, era descendiente de David, y como el país se hallaba bajo dominación romana, sus habitantes debían acudir a su localidad de origen para empadronarse, de cara a que la potencia ocupante elaborase el censo fiscal. El Evangelio de Lucas lo refleja así:
En aquellos días apareció un decreto del emperador Augusto ordenando que se empadronasen los habitantes del imperio. Este censo fue el primero que se hizo durante el mandato de Quirino, gobernador de Siria. Todos iban a inscribirse a su ciudad. También José, por ser de la estirpe y familia de David, subió desde Galilea, desde la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, para inscribirse con María, su esposa, que estaba encinta. Lc 2, 1-5
Edad Media
Al final del siglo IV, con la partición del imperio romano Belén pasó a depender de Bizancio y se convirtió en un importante centro religioso: se levantaron iglesias, monasterios y conventos. El emperador Constantino I el Grande mandó construir, en el lugar donde se había producido el nacimiento de Jesús, la basílica de la Natividad, que constituye el mayor atractivo religioso y turístico de la ciudad.
En 529, la revuelta de los samaritanos contra el imperio bizantino asoló la ciudad y sus alrededores: la muralla de la ciudad y la basílica fueron destruidos, pero una vez la revuelta aplacada, la iglesia fue restaurada por el emperador bizantino Justiniano I y la muralla restaurada.
En 614 Palestina fue invadida por los persas, y en 637 el califa Umar ibn al-Jattab visitó Belén y estableció relaciones amistosas con las autoridades eclesiásticas cristianas. La política de tolerancia practicada por los omeyas se mantuvo hasta 1009, cuando el califa fatimí al-Hakim lanzó campañas de persecución contra los cristianos; respetó sin embargo a la rica comunidad cristiana de Belén para seguir recibiendo sus tributos.
En 1099 fue conquistada por los cruzados que fortificaron la ciudad e instalaron una comunidad agustiniana. Suplantaron a las antiguas autoridades cristianas de la ciudad e impusieron el uso del latín. El día de Navidad de 1100, Balduino I, primer rey del Reino Latino de Jerusalén, fue coronado en Belén, y ese año fue establecido un obispado católico en la ciudad.
En 1187, el ayubí Saladino venció a los cruzados y conquistó Belén. En un primer tiempo expulsaron a los agustinianos y las relaciones con Occidente fueron cortadas, privando a la población de buena parte de sus recursos. Pero en 1244 dos tratados firmados con monarcas europeos permitieron a los agustinianos regresar y reabrir el paso de los peregrinos a la ciudad. Al poco tiempo, en 1250, la conquista del país por los mamelucos circasianos acabó con la tradición de tolerancia y convivencia que caracterizó la historia de Belén. En 1263 las torres y las murallas fueron derrumbadas y las autoridades cristianas expulsadas. El siglo siguiente vio un restablecimiento paulatino de las influencias occidentales; se instaló una comunidad de franciscanos y los agustinianos regresaron.
Edad Moderna
En 1517 los turcos conquistaron Palestina, y en Belén empezó un periodo de conflictos entre los franciscanos y los ortodoxos griegos por la posesión de los santuarios, que habría de durar siglos. Los lugares santos del cristianismo pasaban de una comunidad a otra según el favor del que gozaban sus naciones de origen ante el califa otomano, por lo que estas disputas religiosas alcanzaron rápidamente dimensiones de política internacional. A finales del siglo XVIII el pueblo de Belén se había familiarizado con las costumbres y gustos europeos gracias al contacto permanente con los peregrinos cristianos, y su situación económica se había visto mejorada.
Edad Contemporánea
Egipto gobernó la región a partir de 1831 durante una década ensombrecida por una violencia creciente. En 1843, el valí de Egipto Ibrahim Bajá mandó desarmar a la población y destruir el barrio musulmán de Belén en represalias por el asesinato de uno de sus allegados. En 1841, el imperio otomano recuperó el gobierno de Palestina. Los habitantes tuvieron que cumplir con un servicio militar obligatorio, se impusieron fuertes impuestos y el desempleo aumentó. Ante la degradación de su situación muchos habitantes de Belén emigraron al extranjero, en particular a Iberoamérica, en busca de mejores perspectivas.
Con la Primera Guerra Mundial se terminó el gobierno otomano en 1917, y Palestina pasó bajo mandato británico en 1922. Belén contaba entonces con 8.000 habitantes.
En 1947, en el Plan de Partición de Palestina propuesto por la ONU, fue designada junto a Jerusalén como territorio internacional administrado por Naciones Unidas, una vez expirase el mandato británico. Sin embargo, tras la primera guerra árabe-israelí que estalló inmediatamente después, Belén fue ocupada por Transjordania, junto al resto de Cisjordania, para conformar en 1950 el Reino Hashemita de Jordania.
En 1967, durante la Guerra de los Seis Días, fue ocupada por los israelíes al igual que el resto de Cisjordania, hasta el 22 de diciembre de 1995. En esa fecha, a raíz de los Acuerdos de Oslo, fue transferida como parte del territorio autónomo administrado por la Autoridad Nacional Palestina.
No hay comentarios.
Publicar un comentario